La princesa y la estrella fugaz

La Princesa y la Estrella Fugaz

En un reino lejano, donde los castillos tocaban las nubes, vivía una princesa llamada Luna. A diferencia de otras princesas, Luna no soñaba con bailes y príncipes. Su pasión eran las estrellas. Noche tras noche, trepaba a la torre más alta del castillo para observar el cielo nocturno.

Una noche, mientras contemplaba la bóveda celeste, una estrella fugaz cruzó el firmamento dejando tras de sí un rastro luminoso. Luna, con los ojos llenos de asombro, hizo un deseo: "Quiero tocar una estrella".

Al día siguiente, al despertar, Luna encontró en su ventana un pequeño cofre de madera. Al abrirlo, se encontró con una estrella diminuta, que brillaba con una luz suave y cálida. Era la estrella fugaz que había pedido.

Con cuidado, Luna colocó la estrella en un frasco y la llevó a su jardín secreto. Allí, bajo la luz de la luna llena, plantó la estrella en un pequeño montículo de tierra. Al poco tiempo, de la estrella surgió una planta delicada con flores luminosas.

Luna cuidaba de su planta con mucho cariño. Cada noche, hablaba con ella y le contaba sus sueños y sus miedos. La planta crecía y florecía, llenando el jardín de una luz mágica.

Un día, el rey, preocupado por la soledad de su hija, organizó un gran baile. Luna, aunque no tenía ganas de asistir, decidió ir para complacer a su padre. Durante el baile, mientras observaba a los invitados, se sintió triste y sola.
De repente, sintió una presencia a su lado. Era un joven, con los ojos más brillantes que había visto jamás. Al acercarse, Luna se dio cuenta de que el joven llevaba una flor idéntica a las de su planta.

El joven le explicó que había seguido la luz de las flores hasta el castillo y que, al verla, se había enamorado de ella. Luna, a su vez, se enamoró del joven y juntos, bajo la luz de la luna y las estrellas, bailaron toda la noche.

Y así, la princesa que soñaba con las estrellas encontró el amor bajo el mismo cielo que tanto amaba. Y la estrella fugaz, que había cumplido su deseo, siguió brillando en el firmamento, recordando a Luna que los sueños, por más imposibles que parezcan, siempre pueden hacerse realidad.

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